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Ernesto Cardenal Martínez fue un prominente poeta, sacerdote, teólogo y revolucionario nicaragüense, figura central de la Teología de la Liberación en América Latina. Nacido en Granada el 20 de enero de 1925, Cardenal realizó sus estudios en Nicaragua, México (Universidad Nacional Autónoma de México) y Estados Unidos (Universidad de Columbia). Su juventud estuvo marcada por un fuerte compromiso social y político, participando en la fallida Rebelión de Abril de 1954 contra la dictadura de Anastasio Somoza. Esta experiencia lo llevó a una profunda búsqueda espiritual que culminó con su ingreso al monasterio trapense de Getsemaní en Kentucky, donde fue discípulo de Thomas Merton, y posteriormente con su ordenación sacerdotal en Managua en 1965. Tras su ordenación, Cardenal fundó una innovadora comunidad contemplativa en el archipiélago de Solentiname, en el Gran Lago de Nicaragua, donde impulsó cooperativas, una escuela de pintura primitivista y un movimiento poético campesino basado en una lectura revolucionaria del Evangelio, plasmada en su célebre obra "El evangelio en Solentiname". Su compromiso con los más desfavorecidos lo llevó a colaborar estrechamente con el Frente Sandinista de Liberación Nacional en la lucha contra el régimen somocista. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, fue nombrado Ministro de Cultura, cargo que ocupó hasta 1987. Esta implicación política le valió la suspensión *a divinis* por parte del Papa Juan Pablo II en 1984, siendo rehabilitado por el Papa Francisco en 2019. La vasta obra poética de Cardenal, que incluye títulos fundamentales como "Hora Cero", "Epigramas", "Oración por Marilyn Monroe y otros poemas" y el monumental "Cántico Cósmico", fusiona la lírica con la denuncia social, la reflexión mística y científica, y la historia de América. En sus últimos años, Cardenal se convirtió en un férreo crítico del gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, denunciando lo que consideraba una traición a los ideales revolucionarios. Falleció en Managua el 1 de marzo de 2020 a los 95 años, dejando un legado imperecedero como voz poética y moral de su tiempo, y recibiendo reconocimientos como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2012.