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Jorge Díaz Gutiérrez (Rosario, Argentina, 1930 – Santiago, Chile, 2007) fue un multifacético arquitecto, dramaturgo, dibujante, pintor, guionista de radio y televisión, y poeta, cuya prolífica obra lo consolidó como una figura central del teatro chileno y latinoamericano. Nacido en Argentina de padres españoles, llegó a Chile a los cuatro años, país donde obtuvo la nacionalidad y desarrolló gran parte de su carrera. Esta mixtura cultural lo llevó a reflexionar sobre su identidad "apátrida", aunque es ampliamente reconocido como dramaturgo chileno. Díaz inició su trayectoria artística vinculándose al grupo Ictus a fines de la década de 1950, donde inicialmente se desempeñó como escenógrafo antes de incursionar en la dramaturgia. Sus primeras obras, como "Un hombre llamado Isla" (1960) y "El cepillo de dientes" (1960), lo situaron como un exponente del teatro del absurdo, evolucionando luego hacia temáticas de crítica social. Su vasta producción incluye más de cien obras para adultos y treinta y siete piezas de teatro infantil, entre las que destacan también "El velero en la botella" (1962), "El lugar donde mueren los mamíferos" (1963) y "Topografía de un desnudo" (1965). Durante treinta años, a partir de 1965, residió en Madrid, España, donde fundó compañías de teatro y siguió cosechando éxitos, obteniendo el prestigioso Premio Tirso de Molina en dos ocasiones (1975 y 1985). Regresó a Chile en 1994, año en que fue galardonado con el Premio Nacional de las Artes de la Representación y Audiovisuales, máximo reconocimiento a su trayectoria en su país de adopción. Jorge Díaz mantuvo una intensa actividad creadora hasta su fallecimiento en Santiago en 2007, dejando un legado fundamental en la dramaturgia contemporánea.

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Carlos Elías Miranda Zamora (1946-2016) fue un destacado dibujante y caricaturista chileno, reconocido por su prolífica obra en la prensa y las historietas nacionales. Inició su carrera a mediados de la década de 1960, colaborando con sus primeros dibujos en revistas de humor picaresco como "El Pingüino" y "Can Can", así como en la publicación "La Residencial La Pichanga". Su talento lo llevó a participar en diarios como "La Prensa", donde su humor satírico se hizo presente, y posteriormente en la revista infantil "La Pandilla" en 1974. Durante los años 80, Carlos Miranda Zamora se consolidó en el Diario Las Últimas Noticias, donde creó a su personaje más emblemático y popular: "Pupi". Esta "lola muy agraciada", heredera de otros personajes femeninos del cómic, alcanzó un considerable éxito y longevidad, marcando una época en el humor gráfico chileno. Además de su trabajo en historietas, Miranda Zamora también contribuyó con caricaturas políticas en diversas revistas a finales de los 80 y principios de los 90, incluyendo el diario "Negro en el Blanco". Su última producción conocida fue en "Humor Che", una publicación de chistes argentinos. Carlos Miranda Zamora falleció el 31 de enero de 2016 en Santiago, en el Instituto Nacional del Cáncer, a la edad de 69 años. Su legado perdura a través de su obra, que refleja una parte importante del humor y la cultura popular chilena de varias décadas.